sábado, 14 de abril de 2012

| Capítulo seis. |

—¿Yo?—pregunté sorprendida. Me quité las lágrimas tan rápido como pude, Wolf asintió con la cabeza y se sentó a mi lado. Miré al suelo y comencé a jugar con una piedra que había en el suelo.—Yo no estoy preocupada. Pero tú sí—oí la risa de Wolf. Le miré y se tumbó en el suelo, colocando su brazo tras su cabeza.
—¿Acaso no ves lo que me preocupa?—preguntó. De nuevo volví a mirar al suelo. ¿Tenía que verlo? Es decir, ¿saberlo? Yo no era adivina. Además, las preocupaciones de Wolf eran siempre un poco raras, quiero decir, que no eran comunes o normales. Vamos, que eran tonterías. Él nunca tenía por qué preocuparse.
—No seas así—contesté.—Cuéntamelo—le pedí. Se incorporó y se situó delante de mí. Le miré curiosa. Estaba esperando a que se dignara a hablar, aunque por su cara, mucha intención de hacerlo no tenía.
Pues me pasa que me he enamorado de tu sonrisa, de cómo bailan tus dientes en tu risa. De tus pestañas, que vencen la gravedad en cada parpadeo, de cada vez que cierras los ojos y los vuelves a abrir para mirarme. De cómo mueves los dedos inconscientemente sobre la palma de mis manos cuando estás aburrida. De tu forma de patinar, de caerte y de sacarme la lengua cuando me río de ti. De tu forma de quererme y sobre todo de tu forma de odiarme. Y ¿sabes? Sé que no tiene pies ni cabeza, pero ahora mismo lo daría todo por un beso tuyo.—¿Qué estaba diciendo? No tenía ni pies ni cabeza. Pero me gustaba. Mi corazón comenzó a latir con más fuerza y más rápido. No, ¿no se supone que me gustaba Ricitos? ¿A qué viene todo esto?
—Y...¿has probado a pedírmelo?—balbuceé. Sonrió y yo sonreí. Mis mejillas supongo, que estaban rojas cual tomate de huerto, pero siempre podría decir que eso se debía a la iluminación. Aunque no me lo creía ni yo.
—No—contestó.—Pero sinceramente, me importas tanto que no quiero que me beses, y que después te arrepientas.—Estaba mezclando la velocidad con el tocino. Ya sabéis, mezclar los colores con jamón serrano. Que estaba diciendo cosas sin sentido. Vale, dejadme, cinco minutos sin amigos, me lo he ganado.
—¿Quién ha dicho que yo me vaya a arrepentir?—pregunté. Me miró, abriendo bien los ojos. ¿No se lo esperaba? Yo tampoco, no sabía ni lo que decía. Pero bueno, esto de improvisar me gustaba. 
—Lo he dicho yo—contestó. Y él lo diría, por Ricitos seguro. Es cierto que ambos no pueden estar en mi mente sin que me duela el pecho, pero eso no significa que yo no sienta nada por Wolf, y que encima me arrepienta si me besa. No tiene sentido. 
—¿Y por qué lo dices?—pregunté.—Quizás, nada es como tú piensas—dije. Un poco de razón, sí que llevaba él, miraba por mí y por mis sentimientos, pero yo también llevaba razón. Es decir...que si me besa no se lo voy a negar.  ¿Entendéis? Qué paranoica estoy hoy.
—No lo sé—contestó. Sacudí la cabeza, con una sonrisa.
—No tienes ni idea de nada—susurré. Bajé la cabeza, mirando mis muslos. 
—Lo mejor es callarse—dijo mirando hacia un lado, intentando salir de aquella conversación tan rápido como fuese posible. 
—No—contesté—lo mejor es que te calle con un beso. 
Quizás estuviese mal, quizás no era lo apropiado, quizás sí que no debí hacerlo, pero me daba igual. Me abalancé hacia Wolf, y éste me correspondió el beso que le di. Me agarró de la cintura, y yo pasé mis brazos por detrás de su cuello. Me senté sobre sus piernas y estuvimos así, no recuerdo cuánto tiempo, hasta que quedó claro que él y yo...bueno, ya no éramos sólo amigos.


Hacía un mes ya desde que vi a Ricitos por última vez. No me había llamado, no había venido, incluso Pipita y Catnip ignoraban ese tema de conversación cuando venían. ¿El por qué? Pues ni idea. Yo ya llevaba saliendo con Wolf tres semanas, y la cosa nos iba bastante bien, cosa que me sorprendía. Pero bueno, a pesar de todo aquí sigo, en la puerta de casa de Wolf, esperando a que baje. Según me dijo Catnip, hoy venían todos. Una gran parte de mí tenía muchas ganas de ver a Ricitos. Queráis que  no, llevaba un mes sin verlo. Joder, ¿qué estará haciendo Wolf? Luego dicen que las mujeres somos lentas para prepararnos. Y ahí estaba yo, peleándome con el sexo masculino mentalmente, cuando alguien me dio unos golpes en el hombro.
—¡Enix!—grité. Incluso sonreí. Amigos eran ya, y del grupo también formaban parte. Sonrió él también, y me abrazó. Le abracé y vi que detrás llegaban Tarou y Pipita.
—¡Tarou!—grité también. Rió, y separándome de Enix, fui corriendo hacia él y le abracé. Pipita rió y a ella también la abracé. Le miré a los ojos y señaló con la cabeza detrás de Tarou. Caminé unos pasos hacia la izquierda y allí lo vi. Gafas de sol, un pañuelo, camiseta blanca, chaqueta negra, pantalones grises y unas deportivas. Tan pijo y tan guapo como cuando lo conocí. Acompañado de Catnip, claro. Sonreí, más que antes, no lo podía evitar y me mordí el labio. Quería esperar a que viniera él, pero me podía. Treinta días sin saber nada de él. Era una razón demasiado fuerte. Salí corriendo como si no hubiera un mañana hacia él y Catnip rió sorprendida. Al llegar me recibió con una sonrisa y me abrazó también, elevándome durante unos segundos en el aire. Cinco años de diferencia bastante notables. 
—Ya veo que me has echado de menos—susurró. Reí y me alejé un poco de él. Sacudí la cabeza y rió.—¿No me has echado de menos?—preguntó sorprendido.
—¿Tú qué crees, melón?—contesté sonriendo. Se acercó a mí de nuevo y me abrazó, dándome un pequeño beso en la cabeza. 
—Yo te he echado de menos—dijo. ¿Que me había echado de menos? Por su tono de voz no lo decía de broma. Yo un poco sí, y un poco no. Miré hacia atrás y vi a todos juntos, acababan de llegar Al, Mad Hatter, Ed, Nelly y Katie. Sonreí falsamente y Ricitos me dio un pequeño golpe en la nariz, y se alejó, dirección al grupo. Vi que Wolf estaba en la puerta de su casa, y con una sonrisa, algo molesta, comenzó a acercarse a grandes zancadas hacia mí. Al llegar me agarró de la cintura y me besó. Su beso no transmitía...cómo os lo digo... No era un beso apasionado, era más, un beso lleno de rabia, y su única finalidad es que Ricitos viera que ambos estábamos saliendo. ¿Podría ser eso posible? ¿Que Wolf se hubiera declarado sólo para que Ricitos no tuviera ni la más mínima oportunidad conmigo? Me resultaba repugnante sólo de pensarlo. Pero nada era lo que parecía, así que, nunca viene mal desconfiar un poco.


Aquella conversación comenzaba a aburrirme. Hacía dos horas que estábamos sentados en el parque, y tres desde que comencé a dudar de los sentimientos de Wolf hacia mí. Pipita y Tarou se habían ido hace un rato, y Nelly y Mad Hatter también se fueron. Todos enamorados. A mí, no me hacía gracia estar entre los brazos de Wolf mientras Ricitos miraba, pero otra cosa no podía hacer. Bueno, sí que podía. Le susurré a Wolf que tenía que irme a hacer una cosa, me dio de nuevo un beso y cuando me separé de él, vi que Ricitos miraba al suelo. Me dio pena, y fue un impulso, que quede claro eh, me acerqué a él y le di un beso en la mejilla. Me sonrió y salí del parque, pongo la mano en el fuego, que con la mirada de odio de Wolf detrás. Salí, en realidad, no sabía por qué, ni para qué. Fui caminando lentamente, cuando vi de lejos a Tarou y a Pipita. Ya sabéis, me encantaba esto. Así que decidí jugar a los espías otra vez. Me acerqué por callejones hasta llegar a una altura considerable, en la cual se escuchaba todo lo que iban diciendo. 
—¿Has visto?—preguntó Pipita.
—¿El qué?—dijo Tarou. Parecía que ambos se habían sentado en algún sitio.
—Skat y Wolf están saliendo—contestó ella.
—Sí, ya me he dado cuenta. Ha sido como una patada en el estómago para Kevin...—contestó Tarou. ¿Patada en el estómago? Espero que eso no significase lo que yo creía.
—Ya ves...¿tú los veías juntos?—preguntó Pipita.
—Yo pensaba que ya estaban juntos—escuché una carcajada por parte de Tarou, y una risa pequeña por parte de Pipita.  Así que todos pensaban que yo y Wolf estábamos saliendo...interesante. Ya me entretendría en pensar por qué en otro momento. Me agaché y me senté en el suelo, intentando no hacer ruido.
—¿Crees que Kevin le dirá algo a ella?—preguntó Pipita.
—¿Algo sobre qué?—un cierto tono de sorpresa salió de la voz de Tarou.
—Sobre lo que él siente. ¿Acaso no has visto lo cansino que ha estado estos días con querer verla?—preguntó Pipita.
—Sí, creo que no ha habido día en que no se haya arrepentido de no ir a verla.—contestó Tarou.
—Está enamorado...—contestó Pipita.
—¿Enamorado? —Tarou rió.—Enamorado estoy yo, no él...
—¿Enamorado?—preguntó Pipita.—¿De quién? ¿De Skat?
—No idiota—contestó Tarou.—No sé si decírtelo.
—Pues ya podrías hacerlo...
—De ti, estoy enamorado de ti.—Ala qué bonito, si se acababa de declarar. Joder, ahora yo tendría que haber visto la reacción de Pipita. Mierda, fallo de este sitio para espiar.
—Siguiente chiste—contestó Pipita con una risa.
—¿No me crees?—preguntó Tarou. Yo me lo hubiera creído.
—Me lo hubieras dicho antes...
—Tú a mí tampoco me has dicho que estás enamorada de mí.
—¿Qué te hace pensar eso?
Y no se volvió a oír nada más durante un rato. ¿Qué narices estaban haciendo? Me lo imagino, pero no me atrevía a mirar. Venga va, miramos. Asomé la cabeza con cuidado de que no se me viese demasiado, y allí estaban los dos. Compartiendo un beso. Hacían buena pareja. No en serio, me gustaba cómo se veían juntos. Aunque yo, sinceramente, yo a Pipita la veía más con Ed, pero no me preguntéis por qué lo pensaba. Se separaron a los pocos segundos. Si susurraban, no me enteraría de nada. 
—No me has contestado a la pregunta—dijo Pipita.
—No me has negado el beso—contestó Tarou.
—No te negaría ninguno, jamás—dijo Pipita. 
—Te quiero. Y no sabes las ganas que tenía de decírtelo...
—Tú no sabes las ganas que tenía de besarte.


—Realmente odio cuando me pones esa mierda de música, Wolf—rechisté intentando cambiar de canción. Pero él acaparaba todo el hueco, y  no llegaba hasta el ratón del ordenador.
—¿No te gusta? Pero si es lo que ahora se lleva—contestó sonriendo. Negué con la cabeza y por fin, parecía que iba a cambiar de canción.
—Skrillex, eso sí—sonreí.—¿Sabes qué?—me miró.—El otro día, cuando aparecieron Tarou y Pipita de la mano, estuve espiando sin querer queriendo a ver qué decían.
—¿Y qué averiguaste cotilla?—rió. Le pegué en el brazo como venganza por llamarme así, y vi que volvía a cambiar de canción. Creo que puso 1973 de James Blunt. 
—Averigüé  que todos pensaban que tú y yo, estábamos saliendo cuando ellos entraron en el grupo—contesté. Me acerqué más a él y apoyé los pies en el escritorio, agarrando bien la taza de chocolate que tenía entre las manos. 
—Yo pensaba que Joseph y Danielle estaban saliendo cuando los conocimos—sonrió. Me quitó la taza de las manos y le dio un sorbo.—Rico.
—Dámela idiota—contesté bajando los pies y extendiendo la mano. Negó con la cabeza y me puse de pie, intentando quitársela. La colocó en el suelo, debajo de la silla, para que no le diéramos, o esa era la intención, y me cogió de las manos, intentando que me estuviese quieta.—Idiota, es mi taza—dije riendo. 
—Ahora es del suelo—contestó. Reímos y me besó mientras me agarraba de la cintura. En momentos así, dudaba de mis dudas de que él no me quisiera. Vamos, que dudaba que él hiciera todo esto por Ricitos. Me senté sobre él y acaparé el control de YouTube, que era donde estaba poniendo la música. 
—Ahora vamos a poner lo que yo quiera—dije sonriendo. Me agarró de la cintura y me dio un pequeño mordisco en la espalda que hizo que me estremeciera durante unos instantes, poco después, comenzó a sonar Mirror de Lil Wayne ft. Bruno Mars. Me giré y ahí estaba él, con su sonrisa de siempre, despreocupada, fresca, radiante, perfecta. ¿Cuánto tiempo llevaría enamorada de él? Y lo más importante, ¿cuánto tiempo he estado intentando reprimir ese sentimiento? Creo que todos los intentos han sido, al fin y al cabo, en vano, porque míranos, aquí estábamos los dos. Un Domingo de a saber qué mes, a las cinco de la mañana, en mi habitación, compartiendo momentos felices antes de irnos a dormir. No creo que todas las decisiones que he tomado, respecto a Wolf, hayan sido las más acertadas, ni siquiera las más oportunas. Pero todos los errores, las peleas, las malas miradas, los insultos, pero también las sonrisas, los abrazos, los besos, las risas, todos nos ha llevado a esto. Así, que vedlo todo de la siguiente forma: el destino se rige por las decisiones que tomamos en el pasado. 

7 comentarios:

  1. Chica primero me sabe mal por Ricitos que Wolf i Skat esten juntos, pero a esos dos no les puedes separar que hacen muy buena pareja. Lo siguiente es que me alegro mucho de que Tarou y Pepita esten juntos( yo tengo algunas paranoïas y pensaba que ya estaban juntos). Lo siguiente es que no quiero que para nada dejes de escribir y quiero que subas lo más pronto posible que te quiero mucho♥

    Besos xx

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  2. Asdfghjklkljdhfgjklshf*-* JODIDA PERFECCIÓN. En fin, adoro los momentos de Skat y Wolf, me he enamorado de ellos :') Pero pobre Ricitos :( Me da penita. Nada más que comentar, necesito leer más y más. Te quiero♥.

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  3. Que sepas que me he enamorado de tu novela, simple. Es tan intrigante, juvenil, original, diferente, tiene algo que engancha y eso muy pocas novelas lo tienen :)

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  4. Joder no me esperaba esto, pero me gusta, me gusta muchito Maribel. Estoy enamorada de tus personajes inventados :''}

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  5. uy, me gusta muchísisisisisimo! ;) y la frase del final es muy muy muy filosófica, ayy! quiero saber más! ;)

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  6. aaaii me encanta como siempre jaja que quieres que te diga pero esque ami la pareja de Skat y Wolf me encanta, me da pena Ricitos pero prefiero a Wolf con Skat hahaha . Esqueee dios ! que monos son enserio quiero ser Skat... *-* haha
    Como siempre.. el proximoo! tequiiero xx

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  7. Ánimo! Que te está quedando genial.
    Un abrazo

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