sábado, 7 de abril de 2012

| Capítulo tres. |

—Si te hubiera conocido, no te hubiese preguntado quién eras—contesté. Definitivamente nunca había visto a este chaval. Vestía unos pantalones blancos, ajustados. Unas Vans y una camisa de cuadros. No parecía el típico chico que vivía por estos barrios. Ni siquiera por esta ciudad.
—Soy un cantante famoso, así que permite que tenga curiosidad por mi primera no-fan.—contestó con una sonrisa. Era una sonrisa bonita. Transmitía paz. Pero aún así, no me fiaba de este chico. Si tan famoso era, ¿qué hacía por un barrio como este? No tenía sentido. Así que, probablemente, se estaba quedando conmigo. Y de mí no se cachondeaba nadie.
—Ya, sí, tú eres famoso, y yo también.—contesté irónicamente. Me di la vuelta y seguí el camino hacia mi casa. Eran casi las 11, y en unas horas tenía que estar despierta. Y si seguía hablando con este chico, probablemente ni me pudiera levantar.
—Va en serio—me agarró del brazo, haciendo que girara en el sitio, colocándome frente a él.—Soy un componente de los Jonas Brothers.—le miré extrañada. Nunca había oído hablar sobre ese grupo. Pero lo decía bastante convencido. A lo mejor no me estaba mintiendo.
—¿De dónde eres?—pregunté. Dejó de agarrarme y dejé los skates en el suelo. Me froté los brazos. Empezaba a hacer más frío. Y yo, le estaba sacando conversación a este idiota. Muy bien Skat, muy bien. 
—De Nueva Jersey.—contestó con una sonrisa.—¿Tienes frío?—preguntó al ver que mi labio inferior comenzó a moverse de arriba a abajo.
—No—contesté fríamente.—¿De Nueva Jersey?—ladeé la cabeza—¿Qué hace un famoso de Nueva Jersey aquí?
—No soy uno, somos tres. Yo y mis dos hermanos.—contestó sonriendo.—Salí del centro de la ciudad con intenciones de despejarme un poco, de encontrar un lugar tranquilo. Y llegué aquí.—miró todos los alrededores. Como si realmente este fuera un lugar tranquilo o encantador. 
—Me parece genial, pero esto no es un lugar para pasear. Si no te conocen, aquí te pueden hasta robar.—vale, no estaba bien decir eso de tu barrio, pero ya habían pasado las 11, y este tío seguía aquí dándome la vara. Es más cansino que el Amiguete. ¿Que quién es? Ah bueno, es un borracho que había aquí hace unos años. Murió hace un mes aproximadamente. La primera vez que vine aquí, estaba siempre hablándome, incluso me perseguía. Pero al empezar a juntarme con Wolf, se mantuvo callado, incluso parecía majo. Pero un día de los que iba borracho, al hablarle a una chica que estaba de paso por aquí, salió el novio de ella a su "rescate", dándole una paliza que acabó con él. No es que el chico le diera muy fuerte, es que él estaba demasiado viejo. El alcohol lo tenía poseído. Era horrible pasar por su lado. Pero cuando estaba sobrio, era un buen colega. Todos fuimos a su funeral, y creo que fuimos los únicos. Aún de vez en cuando, si vas al cementerio, en su tumba ves una botella de cerveza. Sí, algunos creen que es lógico que él quisiera tener una cerca, incluso estando muerto. Aunque a mí, personalmente no me hace gracia que pongan eso en un cementerio, pero como para decir que no lo hagan. 
—Bueno, tú conoces el barrio, estoy seguro de que no me pasará nada si estoy contigo—contestó, haciendo que dejara de pensar en aquel borracho. Espera, espera, espera. 
—¿Qué?—pregunté.—¿Piensas que vas a estar todo el rato conmigo?—pregunté abriendo los ojos, con incredulidad. No pensaba aguantarle toda la noche, y menos llevármelo hasta el skate park con Wolf. Bueno, pues se arma la Tercera guerra Mundial. Así os lo digo. 
—Bueno, no tengo sueño...—le interrumpí, borde.
—Ya, pero yo sí.—me miró, creo que era una mirada de tristeza.—Mira, yo he quedado con unos amigos al amanecer. Tengo que dormir algo, ¿entiendes? Me levanto temprano, y no me quiero acostar tarde. Si no, no rindo bien con el skate—expliqué.—Ahora, vete, que seguramente te estarán buscando todo Dios, y déjame tranquila.—me di la vuelta de nuevo, cogiendo los skates. Escuché unas pisadas, y sí, era él, el tal Kevin, que me estaba siguiendo.
—Vale, yo me voy, pero al menos déjame acompañarte a tu casa.—dijo situándose a mi lado. Me miraba de arriba a abajo, incluso me sonreía. Ya dije que no era simpática con nadie. Y si, no lo fui con Martha y Katie, que seguramente las vería más de una vez en el parque, no lo iba a ser con aquel extraño. Eso me recuerda, cuando era pequeña. Estaba en la guardería. Llegó una niña nueva y la maestra nos pidió que fuésemos buenos y que jugásemos con ella. Eso era una traducción para niños de "aguantadla vosotros, porque yo no tengo ganas de hacerlo". Yo tenía mi "grupo" de niñas, que jugábamos siempre con las mejores muñecas, éramos las primeras en salir, y en nuestra camisa infantil teníamos grabado nuestros nombres. Vamos, éramos lo mejor de lo mejor. Recuerdo que la niña, no recuerdo el nombre, bueno, cogió mi muñeca. Yo intentaba ser buena, de verdad que sí. Le arañé la mejilla izquierda y le pegué a la ropa plastelina. Para las que no lo sepan, la plastelina es una especie de borrador muy muy flexible, y los preescolares juegan con ella, debido a su gran flexibilidad. Bueno, pues como su camiseta era de lana, le enredé la plastelina en ella. La profesora me regañó, y me dijo que era una niña muy desagradable. Creo que desde entonces, nadie nunca me ha llamado simpática. Pero de verdad, en esa ocasión, intenté serlo. Las demás veces... ni siquiera me lo he planteado.
—Cuando lleguemos a mi casa te largas—exigí. Asintió con la cabeza y comenzamos a caminar. Creo que me había llevado una equivocada impresión de él. No era cansino. Ahora era más bien aburrido. Vale, no hay quién me entienda. Pero contra, es que no hablaba. Estaba más callado que un bebé con un sonajero. A mí me gustaba que la gente hablara, aunque dijera tonterías. Joder, me estaba poniendo histérica, y apenas habíamos avanzado tres metros. Entonces decidí ocupar mi mente en otras cosas. Interesante. Me vino a la mente Rev. ¿Qué habría querido hacer esta tarde yendo al parque? Aún no lo comprendía. Quizás buscaba otra pelea con Wolf. No. ¿Para qué? Él y yo ya no somos nada. Y yo y Wolf ... quizás lo fuésemos durante unos instantes, pero nunca volvimos a hablar de eso, así que básicamente estaba superado. Os entró la curiosidad eh, ya sabía yo. Bueno, ahora que el muchacho este no habla, os cuento lo de Wolf. Sucedió hace un año y medio, aproximadamente. Yo llevaba poco tiempo en el grupo, y todos se habían encariñado de mí muy rápido. ¿En serio creéis que me llevo tan bien con un chico, como es Wolf, y no he tenido nada, absolutamente nada con él? Vale, pues os equivocáis. Era una noche que sus padres y Al no estaban. Salieron de viaje. Me escapé como de costumbre de mi casa, y me fui a la suya. Me llevé unos cuantos juegos para la vídeo consola, y allí estuvimos, hasta altas horas de la madrugada, picados. Eran las seis, y ni él ni yo teníamos sueño. Así que, decidimos ir al parque un rato, para despejarnos. Nos sentamos y apoyó su espalda en la pared, y yo, mi cabeza en su hombro. Hablamos de cosas sin sentido, chorradas más bien. Una cosa, no sé como, llevó a la otra, y ala, ahí estábamos, besándonos. Claro está, esto no lo sabe nadie salvo él, tú, que lo acabas de leer y yo. Pero después de eso, intentamos darle la menor importancia y atribuir toda la culpa al sueño. Así que en un par de días, lo habíamos olvidado.
—Oye—dijo finalmente... mierda, se me olvidó su nombre.—¿Cómo te llamas?
—Vaya, por fin te dignas a preguntar—contesté con una sonrisa. Para mi sorpresa, ya habíamos llegado a la puerta de mi casa.—Skat—contesté.
—¿Skat?—dijo extrañado.—Vaya nombre más raro.
—Ya, el tuyo es más raro, ricitos.—contesté.
—¿Ricitos?—preguntó, fue una mezcla de sensaciones, entre duda, confusión, sorpresa y una pequeña cantidad de felicidad en su voz.—Yo no me llamo ricitos.
—Ya, pero yo sí te llamo ricitos.—contesté esbozando una sonrisa de triunfo.
—Eres un poco rara—dijo apoyando su mano izquierda en la pared. Me miraba con una sonrisa. ¿Por qué sonreía tanto? Empezaba a cogerle asco a tanta felicidad. Nadie tiene una vida tan feliz, como para estar sonriendo todo el santo rato. En serio, ¿tú te pasas la vida sonriendo? ¿Sí? ¿A TODAS HORAS? Entonces creo que te llevarías bien con ricitos. Ah, ¿que no lo haces? Bueno, entonces bienvenido a mi mundo.
—Yo soy rara, y tú eres el famoso que quería "paz" alejándose a la parte ignorada de la ciudad.—contesté riendo. Una pequeña parte de mí, una pequeña, pero pequeña eh, parte de mí, se sentía bien hablando con ricitos. Ricitos. El apodo resultaba adorable. "Oh venga, Skat", pensé, "no te hace bien ilusionarte con este tipo". Una vez más mi cerebro tenía razón. Muchas veces no le  he hecho caso, y muchas veces he salido mal parada. Así que, me giré agarrando bien los skates, con intenciones de entrar en mi casa.
—Perdona—me frenó... otra vez. Me giré, con mirada de "pero me quieres dejar entrar".—¿Cuántos años tienes?—preguntó.
—16—contesté.—¿Tú?
—21.—Joder. Qué crecidito estaba el chaval, y qué poco lo aparentaba. Era tan infantil. O al menos, su aspecto y su forma de ser aparentaban eso. Pero también parecía un chaval serio. Me recordaba en cierto modo a Wolf. Aunque, estaba totalmente segura de que Wolf nunca se vestiría como ricitos. 
De nuevo me giré y abrí la puerta. No escuché nada, ninguna objeción por su parte, salvo un "que descanses, Skat" cuando estaba apunto de cerrar la puerta. Sonreí hacia el trozo de madera llamado puerta. Nunca me habían dicho aquello. Bueno, quizás ricitos  no sea mala gente. Ojalá lo viera de nuevo pronto...


—Skat.—alguien me estaba moviendo de un lado a otro.—Skat, que te despiertes.—abrí los ojos y vi, en el reloj de mi mesa, bien grande y en rojo: "05:32". Me levanté en un brinco.
—Joder, me he dormido—susurré. Me froté los ojos, desperezándome.—Lo siento Wolf.—me tiró ropa a la cara.
—No pasa nada, anda vístete.—asentí con la cabeza, cogí la ropa y salí de mi habitación, en dirección hacia el baño.
Al encender la luz casi me quedo ciega. Por unos segundos tuve que estar quieta, esperando a que mi vista reaccionara. Miré la ropa que me había dado Wolf. Una camiseta de tirantes, rosa con dibujos estilo leopardo en negro. Unos pantalones negros, y mi cinturón, repleto de cuadrados negros y blancos. Bueno, mala elección no había sido. Me empecé a desvestir lentamente. Ah, ¿que qué hacía Wolf en mi habitación? Es que le enseñé como escalar hasta la ventana de mi habitación. Pero es raro, casi nunca lo ha hecho. Salvo hoy. Normal que lo hiciera, me he dormido media hora. Y todo por culpa de ricitos. Me quedé como una gilipollas pensando en él hasta las tres de la madrugada. ¿El por qué? Pues no lo sé, pero si le veo hoy, espero decirle que por su culpa he llegado tarde y encima, no voy a coger hoy el skate, porque me veo comiéndome el suelo todo el puto tiempo. Me miré al espejo una vez vestida. Bueno, ojeras y símbolos de no haber dormido, no tenía. Me peiné un poco y me eché el flequillo en la cara, por si acaso. Salí y me puse una sudadera que me había traído Wolf. Es que adoro sus sudaderas, y para cuando quedamos en estos días, me presta alguna. Vi que llevaba una gorra. Se la quité, me sonrió, me la puse y ambos salimos por la ventana. No os preocupéis, no está muy alto, así que no te haces daño al saltar. Además, ambos hemos practicado parkour, así que, algo estamos acostumbrados a las alturas. Al llegar al suelo noté como la atmósfera fría, fría no, helada de la calle, se calaba por la sudadera, hasta llegar a mis brazos. Joder, a ver para qué me pongo yo una camiseta de tirantes. Pero bueno, sólo tenía frío en los brazos, en la parte delantera no, y eso que llevaba la sudadera abrochada hasta la altura del ombligo. Comenzamos a andar y vi que Wolf cogía su skate, que estaba apoyado en un árbol cercano. Emprendimos el camino hasta el parque en silencio. Una parte de mí, quería hablarle de ricitos. Pero, ¿y si se lo tomaba mal? Bueno, no creo. Pero puede que sí. La verdad es que no me atrevía a decirle nada. Pero si se lo ocultaba y luego se enteraba, sería peor. Pero, ¿enterarse de qué? Si no pasó nada. Bueno, mejor que se lo dijera yo.
—Oye Wolf—dije finalmente. Me miró.—Anoche conocí a un chaval.—posó su vista al frente de nuevo, haciendo una mueca.
—¿Y qué? ¿Te gusta o qué?—contestó algo borde. Creo que se lo estaba tomando mal. ¿Veis? Yo llevaba razón. 
—No, no me gusta. Simplemente quería contártelo.—dije.—Es un cantante famoso, muy conocido por todo el mundo. Al principio no me lo creía, pero al llegar a mi casa lo busqué, y era verdad. Es famoso.—dije con una pequeña sonrisa. Había desconfiado mucho de ricitos, y no me había mentido. Bueno, pues si lo veía, le pedía perdón.
—¿Es por eso por lo que te has dormido?—preguntó. Miré al frente y vi que ya estábamos casi llegando al parque.—¿Te quedaste hasta tarde buscando cosas del niñato ese?—ese niñato sonó un poco borde, la verdad.
—¿Te molesta?—pregunté mirándole. No me dirigía la vista, ni siquiera la palabra. Le cogí del brazo y lo obligué a parar. Me miró.
—No, no me molesta. ¿Te importa? Quiero ir a patinar.—se soltó de mi mano en un tirón brusco, y se fue hacia el parque dando grandes zancadas. 
Pero bueno, ¿a este tío que le pasa? Me acerqué detrás de él para saludarlos a todos, y vi como él sólo se fue a patinar, mientras los demás lo miraban confusos. Cuando estaba a unos cinco metros, les pregunté a los demás. Necesitaba saber el por qué de tanta gilipollez y el por qué estaba tan borde.
—Déjalo—dijo finalmente Mad Hatter, después de contarles todo.—Es por lo de anoche.
—¿Qué pasó anoche?—pregunté. Vi que Al le pegaba un codazo a Mad Hatter. Sí, Al no es muy disimulado. Xerxes sacudió la cabeza y se llevó una mano a la cara, con decepción. Ahora tendrían que decir todo. La verdad, a ser posible.
—No pasó nada—contestó finalmente Ed. Le entró un pequeño tic en los dedos, que hizo que no parara de dar pequeños golpes con el dedo índice en el suelo. Estaba mintiendo.
—En serio. Os conozco. Decidme qué pasó anoche.—repetí. La curiosidad me estaba matando, y yo quería saber por qué tanto secreto. ¿Tan malo había sido? Además, pensándolo bien, Wolf no me había dicho nada de camino aquí, ni siquiera estando en mi casa. Así que, incluso él me lo estaba ocultando. ¿Qué estaba ocurriendo?
—Skat...Wolf lo volvió a hacer.—le miré extrañada. Xerxes bajó la vista mientras hablaba.—Lo que hizo hace un año. Lo ha vuelto a hacer.

6 comentarios:

  1. Hola perfecta. Dios, esque me encanta como escribes, es como si hablaras con nosotros *-* Me encanta tanto.. :') P-pero ¿y ese finaaaaaaaaaal? ÖÖ Necesito leer el siguiente a lo que viene a ser ya de ya *________________* Te quiero<3

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  2. Dios mío, dios mío, DIOS MÍO. ¿Cómo te atreves a dejarnos con esa intriga? Te odio... nah, no puedo odiarte, eres demasiado adorable *______*
    Joder, pero en serio, flipo contigo. Este capítulo es tan ajhdsjhdadjkhs <3. Me encantan los celos (me imagino que son celos) de Wolf, lo adorable que es Ricitos y bueno, todo en general :3.
    Siguiente ya, por favorrrrrrrr <3.

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  3. ¿PERO COMO ME DEJAS ASÍ? DIOSSS. En serio amo la nueva novela es tan jodidamente perfecta, los apodos, la historia TODO, me encanta demasiado. Te amo.

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  4. Maribeeeeeel, ya estás subiendo el siguiente por que me has dejado con intriga. CAPITULO PERFECTO, te juro que me encanta. lof yu.

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  5. Me encantaaa! :D
    Necesito el proximo ya, que me has dejado con la intriga haha. <3

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  6. Siguiente ya enserio! Me encanta tu novela y solo acaba de empezar!!
    Escribe el siguiente pronto porfa que me has dejado con la intrigaa !! :D

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