jueves, 5 de abril de 2012

| Capítulo uno. |

"Maldito Wolf, con las gilipolleces al final no me compra la tabla", pensaba mientras hablaba con su hermano, Al, por Tuenti. Me giré al oír que unas pequeñas gotas empezaban a golpear la ventana de mi habitación. "Joder, qué bien, ahora se pone a llover", esta vez no lo pensé, lo dije casi gritando, mientras me acercaba a la ventana. Hoy era el día en que por fin podía estrenar con mis amigos mi tabla nueva, ya que Wolf, según me había dicho Al, había salido a por ella. Le pegué una patada al baúl que había delante de aquella ventana, haciéndome polvo los dedos del pie izquierdo. Dejé escapar un pequeño grito, y oí pasos  por las escaleras; seguro que era mi madre. 
—¡Lydia!—gritó. Golpeaba la puerta, con intenciones de que la abriera. Seguí mirando la ventana, y como aquellas tres o cuatro gotas que cayeron al principio, se habían al menos duplicado, y empezaban a caer con mucha más fuerza; hoy no podría ir al skate park si seguía lloviendo así.—¡Lydia!—volvió a gritar. Seguía aporreando la puerta, y decidí hacerla esperar un rato. Me puse en pie y fui al ordenador, para decirle a Al, que como Wolf no me trajera la tabla, lo mataba, a lo que él contestó con una carcajada. Cerré el Tuenti, ya que era devoción eso de que mi madre, cuando entraba a mi cuarto, se ponía a ver qué hacía o dejaba de hacer en el ordenador. Me acerqué a la puerta y abrí el pestillo, dejando que entrara con una sonrisa burlona.—¿Qué ha pasado?—dijo mirando toda la habitación, nerviosa.—He oído un grito y un golpe.—Encogí los hombros y me senté en la cama, cogiendo el móvil. Creo que siguió preguntando gilipolleces, pero yo no les hacía caso. Al cabo de un rato, parece que se dio cuenta de que no la estaba escuchando.—¡Lydia!—volvió a gritar, pero esta vez, me quitó el móvil de las manos.
—Dame mi móvil.—dije levantándome de la cama. Hoy ya estaba cabreada, y no quería pagarlo con ella. Así que se lo pedí de buenas, pero ella negó con la cabeza.
—¿Qué te he estado diciendo todo este rato, Lydia?—dijo levantando el móvil, cuando vio que intenté quitárselo de las manos.
—Gilipolleces sin sentido.—contesté.—Ahora dame mi móvil.
—¿Te parece que lo que dice tu madre son gilipolleces sin sentido?—su tono de voz cambió. Se estaba cabreando; y yo también.—Te he dicho mil veces que me hables bien, que tengas 16 años no te da la autoridad de hablarme como si fuera un amigo tuyo de esos con los que te juntas. 
—Y yo te he dicho mil veces a ti que me digas Skat, no Lydia.—contesté borde. No quería que me llamara Lydia, era un nombre que odiaba. Sobre todo desde que... Bueno, que lo odiaba, joder.
—No pienso llamarte con ese mote tan horrible—contestó.—Te vas a quedar sin móvil.
—Primero, no es un mote horrible, es un mote que me pusieron mis colegas, así que respétalo.—contesté, mirándola fijamente.—Segundo, no me voy a quedar sin móvil.—encarné una sonrisa burlona, antes de decir lo que tenía pensado.—¿Tienes algún problema con mis colegas?
—Sí—contestó.—Estoy harta de verte con tíos todo el día. ¿No puedes tener amigas? Es lo lógico en una chica eh. Y además—me miró de arriba a abajo.—Mírate. Pareces un chico en vez de una chica. Lo único que te importa, es el parque ese extraño, los tíos esos, la música, y una tabla de madera con cuatro ruedas. Lo demás, tu familia, tus estudios, todo lo demás te da igual. 
—Exacto.—contesté.—Porque cuando me pasó aquello con Rev, nadie me ayudó, salvo ellos y la música. 
—Si no te ayudé fue porque no quisiste que lo hiciera.—contestó—Soy tu madre por el amor de Dios, si algo te ocurre, estoy ahí para ayudarte.
—Nunca has hecho el papel de madre, así que no vengas ahora con esa pobre excusa de que siempre "estás ahí para ayudarme".—imité.
Me estaba cansando el mismo discurso de mi madre, día tras día. Así que me di la vuelta mientras ella seguía diciendo cosas que no me interesaban, cogí mi vieja tabla, apagué el ordenador, me eché la capucha de la sudadera por encima de la cabeza, cogí mis llaves y le quité el móvil a mi madre. En realidad no tuve que forcejear mucho con ella para que me lo diera. Ella estaba tan harta de mí, como yo de ella. Pero en vez de pasar de mi vida, se metía más, cosa que me tenía cansada ya. Abrí la puerta de la casa, miré. Llovía con gran intensidad, pero estaba harta de oír que tenía que juntarme con tías y no con tanto tío. Iría a casa de Wolf, a ver si está, aunque me extrañaría que estuviese. Miré como mi madre bajaba por las escaleras, y la cerré con un portazo. Una vez fuera, agarré bien la tabla y empecé a caminar bajo la lluvia. No me importaba mojarme, al contrario. Me encantaba. De hecho, en Noviembre, sólo por una canción de Guns 'n Roses, salía a la calle en la primera lluvia de Noviembre. Tras un cuarto de hora aproximadamente, en el cual, casi me atropella un coche, y cuatro borrachos me habían gritado que si quería ir a sus casas para jugar un rato, llegué a casa de Wolf. Él, entre todos mis colegas, era básicamente el que me soportaba siempre. Era algo así como mi mejor amigo, aunque nunca creí en esa chorrada. Llamé tres veces a la puerta, y me abrió Al. Con el frío, y el agua,  su pelo rubio se resaltaba un poquito más de lo normal. Aunque lo que más sorprendía de su cara, eran sus ojos azules. Profundos, sensibles, parecía que si los mirabas mucho tiempo, se iban a romper. Me sonrió y le devolví la sonrisa, entrando. Me quité la capucha y dejé mi pelo al aire, el cual necesitaba ya un corte. Lo tenía por debajo de la mitad de la espalda.  Miré por todos lados disimuladamente, buscando a alguien más.
—¿No hay nadie más?—pregunté. Me extrañaba que no estuviese nadie más, casi siempre esta casa estaba llena de gente.
—No.—contestó colgando mi sudadera en la percha, y dejando mi skate apoyado al lado de la puerta.
—¿Y Wolf?—pregunté.
—Aún no ha llegado. Pero ven, vamos arriba y esperamos—me dirigió una pequeña sonrisa y subió por las escaleras. Corrí detrás de él, entrando en su cuarto y quedándome en la silla que tenía al lado del escritorio. Él se sentó en la suya, terminando de hablar con todo el mundo por las distintas redes sociales y poniendo música.
—¿Paramore?—pregunté sorprendida.—A ti no te gustaba ese estilo de música.
—Me lo pegaste tú.—dijo con una sonrisa.
Al, incluso siendo un año  mayor que yo, me trataba como si fuese al revés. Aunque claro, muchas veces era yo la que parecía más madura que él. El verdadero nombre de Al, no es así. En realidad, se llama Niall. Pero en nuestro grupo ninguno nos llamamos por nuestro nombre, así que para eso están los apodos. Wolf, tampoco se llamaba así. ¿En serio creéis que a una madre se le ocurriría ponerle "lobo" a su hijo en inglés? Hay madres locas, pero no tanto como para hacer eso. Su verdadero nombre era  Louis. Wolf, aún no tengo claro de dónde viene, porque cuando yo entré en el grupo, los motes estaban puestos. Ni siquiera sé de dónde viene Skat. Pero así me comenzaron a llamar de repente un día, cuando sin darme cuenta, yo formaba parte de aquella pandilla de skaters. 
Eso fue hace ya un par de años. Yo tenía 14 años, y acababa de sufrir una depresión por un chico, Rev, aunque su nombre era Cristian. Él tenía 16 cuando yo apenas rozaba los 15, y yo era demasiado infantil e inocente. Quedamos un día para ir a dar un paseo, ya que conmigo, con esa edad, a ver qué se podía hacer si no era eso. Yo era el tipo de chica que todas odiamos. Pija, engreída. Subida al puto árbol del orgullo. Conocer a Rev, y salir con él, fue algo que incrementó mi fama, aunque su edad ya era motivo para que las chicas que me adoraban me aplaudieran, que fuera el tipo chico malo de la chaqueta de cuero, hizo que mi fama sobrevolara límites nunca vistos. En la ciudad poco a poco, sólo se hablaba de mí. Y su fama, su "dignidad", se fue a la mierda cuando comenzó a salir conmigo. Así que mientras yo ganaba, él perdía. Supongo que nunca le hizo gracia que yo comenzara a ser más popular que él, y con menos edad. Así que un día, se vengó. Como os iba contando, un día quedamos para ir a dar un paseo. Pero él, estaba más cariñoso de lo normal. Estaba constantemente pegado a mí, dándome besos en la nuca, susurrándome cosas demasiado fuertes para una mentalidad como la que yo tenía, en aquel entonces.
—¿Vamos a ver una película a mi casa?—preguntó. Negué con la cabeza. La descabellada idea de irme a su casa, los dos solos, no me gustaba en absoluto.—Venga, nos lo pasaremos bien.—susurró.—Y te dejo elegir la película.
Me ganó con aquello, y, bueno, si de verdad no iba a pasar nada, no tenía por qué preocuparme. En realidad, yo confiaba en él, puesto que era mi novio. Así que finalmente accedí, y nos fuimos a su casa. Al llegar, me dejó, como había prometido, elegir la película. Escogí "Todos los días de mi vida", así que ya os podéis imaginar la gran gilipollez que le pareció a él ver algo así. Pero no se negó mucho. Apoyó su brazo detrás de mi nuca y me acurruqué a su lado, viendo la película, como si realmente ambos pareciésemos una pareja de enamorados. Tras media hora de película, empezó de nuevo a besarme. Yo me dejaba, lo hacía constantemente, así que, ¿qué más daba que hoy me besara más que otros días? Sonreía cuando me hacía pequeñas cosquillas en las piernas, pero mi sonrisa fue desapareciendo, cuando noté que comenzaba a desabrocharme los pantalones. Me separé de él.
—¿Qué estás haciendo?—pregunté.—No voy a hacerlo contigo.
—¿Por qué no?—preguntó, sin hacer caso a lo que había dicho. Puesto que el plan de quitarme los pantalones había salido mal, lo intentó con la camiseta. 
—Que me dejes, Rev, no voy a hacerlo contigo—dije levantándome del sofá. Me coloqué la camiseta y me abroché los vaqueros. 
—Tú quieres y yo quiero—susurró agarrándome de la muñeca tan fuerte como pudo.—Y lo haremos.
—¡No!—grité. Comenzaba a hacerme daño, y no podía ir a ningún sitio si me tenía agarrada de aquella manera.—Yo no quiero.—susurré, noté como los ojos se me llenaban de lágrimas.—Déjame por favor.
—No, aunque tú no quieras, yo sí quiero, así que, se hace lo que yo diga—dejó escapar una sonrisa de satisfacción, pues sabía que me tenía apresada, y no podría salir de allí, no podría resistirme. Su voluntad se cumpliría.
Comencé a llorar mientras me quitaba todas las prendas que llevaba puestas. Pataleaba, incluso le mordí cuando intentó acariciarme los labios con los dedos de su mano. Aquello lo enfadó aún más. Me tiró al sofá y quitándose los pantalones...os podéis más o menos imaginar lo que sucedió. Recuerdo estar allí alrededor de cuatro horas. Me llamó desde puta, hasta zorra. Me pegaba. Me arruinó la vida. Yo dejé de llorar y de pedir ayuda, pues no servía de nada. Me dejaba llevar, o sería peor. Si me pedía que hiciese algo, lo hacía. Pero tras varias horas, se cansó, me obligó a vestirme, y me echó. Fui caminando como pude, intentando asimilar lo que había ocurrido. La cabeza me daba vueltas, y me dolían algunas partes del cuerpo. Me miré el brazo y vi que un pequeño moratón empezaba a salir. Y fue entonces cuando comencé a llorar. A llorar como nunca lo había hecho. ¿A quién podía contarle eso? Ninguna de mis amigas eran de fiar, y a mis padres no podía decírselo. Se lo tomarían de manera equivocada a como habría ocurrido. Sin darme cuenta estaba metida en un barrio que no me sonaba de nada. Fui mirando las calles y la gente que me miraba con repugnancia. Me quité las lágrimas y vi un grupo de chicos al final de la calle, en una especie de parque. Cuando apenas quedaban cuatro metros para llegar hasta ellos, dejaron de hablar y me miraron. Todos me miraron con cara de asco, seguramente pensarían que era una prostituta. Me dejé caer en el suelo, mis piernas fallaron. Recuerdo que pedí ayuda antes de cerrar los ojos, y desmayarme. 
Al despertar, vi que estaba en el parque que había visto antes, rodeada de chicos, y mi cabeza se hallaba apoyada en una tabla con cuatro ruedas. Me froté los ojos, y me incorporé. Todos me miraban, ninguno hablaba. Hasta que uno de ellos, comenzó a hablar. 
—¿Cómo te llamas?—preguntó.
—Lydia—contesté.—¿Dónde estoy?
—En el skate park—contestó otro de los chicos. 
—¿En qué?—pregunté atónita.
—En un skate park—aclaró entre risas el mismo chico que me preguntó el nombre.
—¿Cómo os llamáis?—pregunté. Era justo saber sus nombres, ya que ellos sabían el mío.
—Al—contestó uno. Pelo rubio, ojos azules. 
—Xerxes—contestó otro.Pelo castaño, ojos azules.
—Ed—contestó otro. Pelo castaño claro, liso. Ojos marrones. 
—Mad Hatter—contestó otro chico. Pelo oscuro, negro como el carbón. Ojos negros.
—Wolf—contestó el que habló al principio. Pelo castaño, flequillo. Ojos azules. 
—¿Esos son vuestros nombres?—pregunté.—Qué raros son. Todos estallaron en carcajadas. Y una pequeña parte de mí, me obligó a reírme también. 
—Somos skaters—comentó Wolf.
—¿Qué?—pregunté abriendo los ojos, totalmente extrañada por aquella palabra.
—Creo que si quieres venir aquí más a menudo, tendrás que aprender unas cuantas cosas—contestó Xerxes. 
Me senté cruzando las piernas, y todos se sentaron a mi alrededor. Algunos se sentaron sobre sus skates, otros se tumbaron sobre ellos. Me hablaron de todo lo que suponía volver a verlos allí. Y por un momento, recuerdo que olvidé todo lo que pasó con Rev, ya que mi cabeza sólo pensaba en aquellos cinco chicos tan peculiares, y sus extrañas costumbres callejeras.
—¡Al!—gritó Wolf entrando por la puerta de la habitación.
—¿Qué?—contestó éste, sobresaltado.
—Deja de ligar con mi chica, enano.
Reí viendo a aquellos dos hermanos pelearse. Llevaba dos años conociéndolos ya, desde aquel día, y nunca me cansaba de reír cuando se peleaban. Me mordí el labio y aproveché que ambos estaban peleando para coger el ordenador, y jugar a los juegos que tenía Al guardados, para entretenerme un rato. 

7 comentarios:

  1. Está buenísima, debe seguirla <3.

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  2. por fa siguela YAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!! ke wuay y k pena ke se acabe stole my heart ohhh :(

    BESOSSSSSSSSSS

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  3. Me gusta mucho tu forma de escribir, es tan fresca y adolescente. No se si me esntenderás xD. La cuestión es que haces que el personaje parezca real, y no de esos típicos que suelen ser perfectos, y no sé, solo me he leido el primer capítulo, pero parece que la protagonista no va de eso.
    Una pregunta, la segunda canción que tienes en el reproductor, ¿por qué me suena tanto? Es que sé que es de una película pero no se cual.
    Si puedes, pásate por mi blog :) cantandobajolalluviasinparaguas.blogspot.com :)
    Un beso <3

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  4. Hola! Muchisimas gracias por pasarte por mi blog! escribes muy bien y me he enganchado a la historia que has escrito,te expresas muy bien y de verdad que si sirves para escribir.
    Muchos besos, te sigo! x

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  5. Buena historia, esta muy interesante y muy original.

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  6. hola, tengo un blog: http://nadamasuna.blogspot.com
    le podría pedir un favor. Si usted puede, me gustaría que redactara algo sobre un ciego, por favor. Seria muy emocionante. Muchas gracias, sigue escribiendo así de bien.

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  7. Ohh me encantó. Escribes genial y te expresas con bastante agilidad. Me gusta mucho la historia, y bueno acabo de encontrar tu blog si te preguntas la razón por la que comento ahora :)
    Bueno en sí me gusta mucho la manera en la que escribes y pienso leerme todas tus historias, asi que... Seguiré leyendo. Bye!

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