viernes, 11 de mayo de 2012

| Capítulo diez. |


—¿Wolf?—pregunté mirando tras de Ricitos. Vi a Wolf plantado allí, con una mochila y su skate. Llevaba una camisa de cuadros, unos pantalones negros, un gorro, y una sonrisa que enamoraba a cualquiera que se preciara a verla durante más de dos segundos. Yo había sido una de esos cualquiera.—¿Qué haces?—le pregunté. Ricitos no había mirado, pero estaba cabizbajo, esperando el milagro de que yo rechazara a Wolf. Y Wolf estaba esperando a que rechazara a Ricitos. Me estaban diciendo que tomara una decisión.
Elegir entre dos personas las cuales amas, porque en mi caso, creía que empezaba a amar a Ricitos, es como entrar en una tienda de pasteles, donde todos te encantan, y tienes que elegir sólo uno. O, como cuando tienes dos grupos favoritos, y te hacen elegir sólo uno para ir a su concierto. Es un sentimiento parecido. Total desconcierto y, la idea clara de que si eliges a uno, al otro lo mandas a tomar viento, más o menos. En la tienda de pasteles, puedes elegir un pastel y pagar con tu dinero, después pedirle más a tus padres y comprarte otro. No te lo van a negar si dices que es para ir a cenar con tus amigos. En el caso del concierto, siempre te queda la esperanza de que, habrás ido a uno de sus conciertos, y al del otro grupo podrás ir al año siguiente. Pero cuando es entre dos personas, no hay ese tipo de opciones. Si eliges a una persona pierdes a la otra. Puede decir que te esperará, pero, ¿cuánto tiempo esperará? ¿Hasta que tú te canses del otro y quieras estar con él? No. Esperará un par de meses, y después irá a buscar a otra. Todos hacemos eso al fin y al cabo. Mi vida en aquel instante estaba dando pequeños cambios bruscos. Como los de las temperaturas. Por un lado quería marcharme, y por otro lado quedarme. Por un lado quería estar con Ricitos, y por el otro con Wolf. Pero yo era consciente de que tenía que elegir, elegir uno de los caminos y tachar el otro para siempre. ¿Qué decía en aquellos momentos? ¿A quién elegía? ¿Cuál era la opción que iba a tachar para siempre? No podía elegir. Estaba eligiendo entre dos de los tres chicos que amé en toda mi vida. Está muy bien pensar "puedes probar con uno, y después irte con el otro", pero volvemos al tema de que "el otro" no va a estar ahí para siempre. Podía salir corriendo y dejar aquella conversación tan incómoda para otro momento, o resolverla de una vez. Lo más lógico es que yo hubiera decidido arreglarlo todo, pero lógicamente, yo siempre llevaba la contraria al mundo.
Salí corriendo hacia un taxi que había parado, dejando a unas chicas de poca edad más que yo. Me subí corriendo tanto como pude, e indiqué la dirección del hotel de Catnip y Pipita. Vi como Ricitos quedaba atrás con las manos en la nuca, y Wolf se acercaba por la espalda, despotricando contra él. Como si el pobre hubiese tenido la culpa. Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo. La idea de fugarme con Ricitos. Por más que la pensara, me parecía una idea demasiado buena para venir de él. Estábamos algo lejos del hotel, así que tenía tiempo de meditar bien qué podía hacer.
Cuando era pequeña, recuerdo que en el día de mi cumpleaños, mi madre no me pudo comprar nada, y me enfadé. Tanto fue mi enfado, que tuvimos que salir corriendo a la juguetería más cercana para callarme la boca. Después de quince minutos allí, llegué a la conclusión de que quería dos muñecas. Las dos me habían encantado, así que como no podía elegir, le dije a mi madre que quería las dos. Mi cara mostraba completa felicidad, iba a obtener dos muñecas, dos que había elegido yo misma, y, pensaba que como era mi cumpleaños, mi madre no me lo iba a negar. Fui al mostrador, irradiando felicidad, y cuando le dije a mi madre que quería ambas, me dio como respuesta un no, tan grande como el Panteón de Roma. Hice dos mil o tres mil pucheros, y siempre obtuve como respuesta 'no'. Empecé a creer que realmente tendría que elegir entre ambas muñecas. Mi madre me comentó, que la tienda cerraba en apenas minutos, y que si quería una muñeca, tenía que elegirla deprisa. No podía hacerlo. Quería una de las muñecas, porque tenía un coche perfecto para meterla y jugar. Y la otra, también la quería, porque en una de mis casas de muñecas faltaba una que hiciera de madre, y ella me venía como anillo al dedo. Pero la decisión de mi madre era firme. Me dolió, pero si tenía que elegir sólo una, no quería ninguna de las dos. Las dejé en el mostrador, y salí de la tienda enfadada de nuevo, pero también, habiendo aprendido una nueva lección.
El caso de ahora era algo por el estilo. Estaba tan colada por Wolf, y tan colada por Ricitos, que si tenía que elegir entre ambos, no quería a ninguno. Catnip me miró con cara de sorpresa. Pongo la mano en el fuego, a que ella creía que iba a elegir a Ricitos.
—¿En serio? ¿Vas a dejar de lado a los dos?—preguntó Pipita, para confirmar lo que había dicho anteriormente.
—Sí—contesté.—Es lo mejor. Sólo, piénsalo. Si elijo a Kevin, perderé a Wolf, y viceversa—dije. Las dos se sentaron a ambos lados, asintiendo con tristeza. Yo llevaba razón, aunque pareciese imposible.
—Quédate a dormir aquí tía, y ya mañana vemos qué hacemos, ¿vale?—sugirió Catnip. Asentí con la cabeza y ambas decidieron ir a cenar.
Me propusieron ir, pero negué, se me había pasado el hambre. Y el sueño también. Las dos se prepararon y se fueron a cenar a un restaurante del barrio, conocido, y caro, pero caro a más no poder. Me cambié, me duché y me puse el pijama que llevaba en la bolsa. Me estiré y me toqué el pelo, que acababa de lavarme, aún mojado. Qué iba a hacer. En ese momento podrían entrar alguno de los chicos preguntando por Catnip o Pipita, y al verme allí... Supongo que ya sabrían todo, así que, estaba segura de que se lo dirían en seguida. Era arriesgado estar allí, pero no tenía otro sitio donde dormir. Me froté los ojos y me tapé, hoy hacía frío, y yo había vivido demasiadas cosas aquel día.
—Lydia—susurraron.
Abrí los ojos instantáneamente y no pude ver nada, ya que la habitación estaba a oscuras. Miré el reloj de mesa que tenían allí, y las manecillas marcaban las tres de la madrugada. Encendí la lámpara que había al lado del reloj y vi que las camas de Catnip y Pipita estaban vacías. O estaban de fiesta, o estaban en la habitación de Tarou y Enix. Lo segundo era más probable. Me incorporé para ver quién era el que había susurrado mi nombre, y me sorprendió verlo allí. Tanto, que me pegué un pellizco por si era un sueño.
—¿Qué haces aquí Kevin?—pregunté. Me incorporé y le di al interruptor de la luz del techo. Le miré la cara y vi que sangraba. ¿Sangraba? Me levanté corriendo y me acerqué a él, examiándolo.—¿Qué ha pasado? ¿Ha sido Wolf? Lo mato, te juro que lo mato.
—No ha sido Wolf—contestó esbozando una pequeña sonrisa.—Él me ha defendido.—Le miré impresionada y atenta de todo lo que decía.—Ha sido un tal Rev...
—¡¿Qué?!—grité.—¿Qué narices ha pasado?
—Después de que salieras corriendo, Wolf y yo decidimos hablar.—Le miré con cara de querer saber de qué hablaron.—No te lo voy a contar—rió.—Después, fuimos al parque. Estuvimos allí poco tiempo, y al irnos nos encontramos con el Rev este. Uno de sus amigos le dijo que yo era tu novio, vino a pegarme, Wolf se puso en medio, pero nos dieron a los dos. A mí muchísimo más que a él, por supuesto, pero bueno, no es nada—terminó. Tragué saliva.
—Voy a matar a Rev, te juro que lo voy a matar—susurré.—Ven, que hay que curarte eso.
Fui al cuarto de baño con esperanza de que hubiese un botiquín, y bingo, había uno. Salí con él entre las manos y vi que Ricitos estaba sentado en la cama. Respiré hondo y me acerqué. Comencé a coger algodones y agua oxigenada.
—Teníais que haber salido corriendo—dije. Le puse  algodón en una de las heridas y noté cómo se quejaba.
—Es fácil decirlo, ahora, que hacerlo es más complicado—contestó. Me miró.
—¿Cómo está Wolf?—pregunté. Le puse una tirita en la herida y seguí con las demás.
—Bien, apenas tiene algún rasguño—contestó algo seco. Supongo que le incomodaba que prefiriese saber cómo estaba Wolf antes que cualquier tema relacionado con él.
—¿Y tú?—dije.—¿Tienes algo más aparte de esto?
—No, es sólo esto—contestó, todavía de forma seca. Dejé los algodones en la cama y le miré.
—¿Qué demonios pasa ahora contigo?—pregunté. Me miró y apartó la mirada hacia un lado.—Vale, no me lo digas. Imbécil...—susurré. Cogí los algodones de nuevo y justo cuando iba a empezar a limpiar otra herida, me agarró de las muñecas.
—Dime que me quieres—susurró. Le miré e intenté que me soltara, pero no podía.—Dímelo...
—¿Para qué?—pregunté. Me miró con una risa algo irónica.
—Para saber que el haberme peleado con esos, por ti, ha merecido la pena.—Me quedé callada varios segundos. Mirándolo de esa forma, él se había peleado con Rev por mi culpa.
—Te quiero—dije. Sonrió alegremente y me besó. Le continué el beso y me senté en su regazo.
Aunque parezca mentira, durante todo aquel momento, por mi mente pasó el mismo momento hacía casi dos años, con Wolf, en mi casa. Por la misma razón. Casi la misma conversación. Pero los sentimientos eran totalmente diferentes en esa ocasión, a la de Wolf. Y desde una, hasta la otra, habían cambiado demasiadas cosas. Demasiadas cosas que no deberían haber cambiado, o quizás sí.
Dos días después, era el día de coger un avión hacia Nueva Jersey, la ciudad natal de los chicos. Me había despedido ya de todos en el aeropuerto, pero Wolf ni se presentó. Intenté disimular que no me importaba, aunque por dentro me estaba muriendo. Faltaba una hora para que saliera el avión, y todos estábamos ya listos. La espera se me estaba haciendo eterna, aunque con la compañía de Ricitos se me hizo más llevadera. Estaba viendo cómo Pipita  picaba a Tarou, cuando me sonó el móvil. Era un mensaje. Lo miré y era de Wolf. Me separé un poco de Ricitos y lo leí.
 Te queda una hora ahí sentada muriéndote del asco. Anda, vente conmigo, sólo necesito cuarenta minutos. 
—Voy al baño—mentí a Ricitos. Asintió con la cabeza, sonrió y me dio un beso. Salí corriendo hacia el baño, y cuando vi que dejaba de mirar, me dirigí hacia la puerta de una cafetería. Vi a Wolf sentado, de incógnito, tras un periódico. Sonreí y me acerqué, sentándome.—Eres malo disimulando.
—Y tú caes rendida demasiado pronto—contestó. Me lo tomé de buenos modos y sonreí.—Vamos.
Nos levantamos de la mesa y salimos corriendo hacia distintos puntos del aeropuerto. Una vez estábamos fuera del alcance de la vista de todos, comenzamos a andar tranquilamente.
—Según, muchos de tus planes de cuando te conocí—comenzó a decir—querías ir de un país a otro, en pocos segundos, ¿cierto?—sonreí y asentí con la cabeza.—Bueno, pues mira, pon un pie dentro de esto—señaló un pequeño despacho donde estaba bien grande el águila de los estados unidos. Le miré al poner el pie y sonrió.—Tres, dos, prepárate para correr, uno—me cogió de la mano y me llevó hacia otro despacho a diez metros del que acabábamos de estar. Esta vez, había un escudo de México.—Corre, pon el pie ahí—lo puse casi a las milésimas de segundo y sonrió satisfecho.—Acabas de viajar a dos países diferentes en apenas—miró el reloj—diez segundos.—Me quedé sorprendida.Creo que como vosotros, incluso más. Tanto que le abracé y esa sonrisa que adornaba mi cara, no me la iba a quitar nada.—Y, por cierto, acabas de cumplir otras dos de tus planes.
—¿Cuáles?—pregunté sorprendida. Apenas habíamos recorrido diez metros. No había hecho nada.
—Me has abrazado, y me has dado la mano en público—contestó. Era cierto, le había abrazado. Sí, y lo de la mano tamb...¡Espera! Yo no le había dado la mano. Le miré extrañada y miré hacia abajo. Tenía entrelazados sus dedos con los míos. Me sonrojé y los soltó al verme en aquel estado. Me paré unos segundos y vi que seguía avanzando con las manos en los bolsillos. Me mordí el labio y corrí hacia él, sacando una de sus manos y entrelazando sus dedos de nuevo con los míos.
¿Qué pasó tras mi incidente de las muñecas? A parte de que me quedé sin ninguna, valoré qué necesitaba más. Si una madre, o una piloto para el coche. Las madres tienen más responsabilidades que los pilotos, y éstas no arriesgaban su vida en carreras por dinero. Tres días después, la muñeca que quería que hiciese de madre, estaba preparando algo de comer para sus hijos en la cocina de la casa de mi habitación. Sí, elegí a una. La otra también la quería, pero esa era más importante, porque podía disfrutarla más. Con ella podía ser yo misma, digamos. Con ella podía expresar cómo era yo. Y no tenía que intentar desarrollar una pasión por los pilotos inexistente. ¿No le veis la semejanza con Wolf y Ricitos? Wolf es una muñeca, y Ricitos otra. Tengo claro que son humanos y no juguetes. No estaría bien jugar con uno y dejarlo por el otro. Pero iban a pasar años hasta que yo volviera a ver a Wolf. El caso. Yo siempre he sido como es Catnip y Pipita. Siempre. Siempre antes de que pasara lo de Rev. Es cierto que con Wolf también podía serlo, pero no era igual que con Ricitos. Con él sí que podía ser la Lydia pija de siempre. La chica de siempre, y no la skater. ¿Entendéis? Yo ya había elegido. Y tenía la conciencia tranquila, porque Ricitos sabía ya mi decisión. Por eso me marchaba. Pero siempre, acaban jodiendo mis planes. Siempre. Y la culpa es de Wolf, la gran mayoría de las veces. En esta ocasión, no iba a ser diferente.
—Sé que has elegido—comenzó a decir—pero quiero que sepas que yo te quiero también. Más que él. Sé más de ti que él. Quédate, por mí.—Sonreí y negué.—Perdóname...—susurró. Y me besó.
Cuando entras en la tienda de pasteles, y te compras uno y tienes que dejar el otro que te gusta, sabes que cuando vuelvas estará ahí de nuevo. Que podrás comprarlo en otra ocasión. Sabes que lo vas a disfrutar. Cuando tienes que elegir entre los grupos, sabes que de una forma o de otra los verás en concierto a ambos. Porque es lo que hace cualquier fan; remover cielo y tierra para ver a sus ídolos. Elegir entre dos personas, está bien cuando sabes quién te ha aportado más en tu vida, o  quién te conviene más. Pero todo cambia, si la otra persona te besa en mitad de un aeropuerto, con la atenta mirada de la que era la persona elegida detrás. Tu cabeza se vuelve un mar de puras dudas. Y así es como la mía estaba, así es como la mía pasó de tener una idea clara, a verlo todo borroso.

10 comentarios:

  1. ¿Estas diciendome enserio que vas a dejarme así? ¿Que me quedo llorando sin saber a quién elije? Jo, que mala eres. Aunque si te digo la verdad, yo ya tengo 'favorito' solo espero que se vaya con quien yo quiero, creo que es el mejor para ella.
    Creo que no puedo estar más 'enamorada' de Wolf, joder alguien hace algo así por mi y me caigo de espaldas. ¿Quien la conoze mejor que él? Nadie.
    Después de esta reflecxión supongo que ya tienes claro a quien elejiría yo, pero esque es superior a mi, es taaaaaaaaaan jhsvcjhvascjhvahkscvkad.
    Sigue así, esta genial la novela y haces que cada vez la necesite más, es como una droga para mi.
    Un besazo <3

    ResponderEliminar
  2. Pues yo prefiero que se quede con wolf, como a dicho Balma, Wolf la conoce desde mas tiempo y Ricitos puede ser solo un amor pasajero.

    ResponderEliminar
  3. Dios es jodidamente perfecto, necesito más, y como ellas yo prefiero que se quede con Wolf (tengo debilidad por lo chicos malos), por favor el siguiente yaaaaaa! Te amoo!

    ResponderEliminar
  4. Genial. Es estupendo el capítulo.
    Desde mi punto de opinión ha sido algo menos excitante que el resto, por la razón de que te has parado en esas buenas comparaciones que has sabido usar y para dar más expectación hasta que llegue el momento en el que se decida por uno.
    Realmente la vida es así. En mi caso tuve un Wolf y un Ricitos en mi vida (puede que no de manera tal literal como en tu novela, y con otros matices distintos, etc), y al final me decidí por Wolf. Y la verdad es que es coincidencia.

    Espero que Skat se decida por el que su corazón le dicte.

    Y yo espero otro capítulo con impaciencia. =D
    Felicidades, en serio, escribes genial. =D

    P.D: Espero que cuando termines la historia escribas y comentes sobre cómo se te ocurrió todo: nombres, situaciones, si te basaste en algo, si alguna parte te costó más que otra... Creo que sería interesante. ^^

    ResponderEliminar
  5. Es que no se como lo haces pero estos dos van a caerse mal mal, pero me da igual te lo dije y te lo volveré a decir me gusta más Wolf, tu continua la nove así que sigue amor!

    ResponderEliminar
  6. Maribel, no se que decirte,es tan perfecta esta novela, es tan perfecto Wolf. Sinceramente para mi Wolf es el chico de Skat, Y Ricitos el de Lidia. Pero es que la pareja perfecta es Wolf y Skat, enserio me encanta, me he emocionado y todo :'') ¡ SIGUIENTE YA!

    ResponderEliminar
  7. Lo siento, pero es que yo preferiero Kevin, es que soy casi igual que él. Por favor que elija a Kevin. ¡Por favor!

    ResponderEliminar
  8. OOOOOOOOH, DIOS.
    Chica, me la he leído en un par de horas, me ha encantado, y me he enamorado de Wolf, me lo imagino bsdjgklsdg perfecto. ¡ Sigue así, cielo ! Y si te apetece, te dejo aquí mi blog, también tengo una historia. Espero que te guste si la lees. Un besito.
    cpiruleta-gapmafia.blogspot.com

    ResponderEliminar
  9. ¡Dios! Me ha encantado tu novela. Entré por curiosidad y ya me he leído los 10 capítulos, como casi todas prefiero a Wolf, siento que él es perfecto para Skat<3.

    ResponderEliminar
  10. ME ENCANTA TU NOVELA, DIOOOS.
    Me he leído todo, es impresionante, y siempre me dejas con la intriga de lo que va a pasar en el siguiente. Por favor sube rápido el siguiente capítulo, No me hagas esperar, que no aguanto. :DDDD

    ResponderEliminar

Si vas a poner algo que me ayude, ponlo. Si vas a insultarme, presiona ctrl+w.